Ignorando la vida aparentemente es más sencilla. ¿Cuántas veces nos hemos lamentado de saber demasiado? Porque la vida transcurre tan apacible cuando ignoramos. Cuando no escuchamos la voz de los demás, sino el sonido de nuestros pasos.
De repente, algo trastoca nuestra paz. Leemos palabras que nuestro corazón herido malinterpreta. Somos víctimas de un pensamiento cargado de juicios que nos paralizan. Nos hacemos pequeños y reaccionamos. Elegimos a los demás, en lugar de a nosotros…, porque nadie nos enseñó a querernos.
Miramos hacia otro lado, perdiendo la oportunidad de conectar. Nos refugiamos en la comodidad de un espacio conocido, en lugar de explorar el infinito. Nos da miedo actuar, porque entonces no tendríamos a quién señalar.
Cada pulsación es una oportunidad de comenzar. Sólo necesitas respirar: uno, dos, tres. Y vuelta a empezar.
La música nos inspira a crear mundos llenos de posibilidad. El sonido conecta con nuestra esencia, la intuición se despierta y nos dejamos llevar. En sintonía. Hacia un mundo que nos permite soñar.
La vida transcurre tan apacible mientras dudamos. Parados en un abismo de inseguridad, y mientras nos comparamos con aquellos que parecen elegir disfrutar. Imágenes que hablan de una realidad, que sólo ocurre en la cabeza de quien mira.
Entonces un día te despiertas. Ignoras las voces ajenas porque has elegido el bienestar. Creas un lienzo en el que tú puedes pintar. Mejorar. Construir un puente entre la ficción de otros, y tu realidad.
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