Escribiendo podemos descubrir muchas cosas sobre nosotros, porque escribir nos da las herramientas que necesitamos para liberar, sanar y volver a empezar.
Punto y aparte.
Seguido. Final.
Puntos suspensivos…
Punto y coma;
Dos puntos: final.
Los signos de puntuación adquieren vida sobre el papel: cada vez que quisimos dar un paso más y en su lugar titubeamos; cuando dejamos la puerta medio abierta, pero debimos cerrarla de un portazo.
Todas esas frases incompletas, por no saber con certeza el final; los punto y coma mal utilizados, por desconocer su significado.
Hojas abandonadas a medio camino por miedo a tachar, corregir… y volver a empezar, nos obligan a parar, reflexionar y preguntar: ¿Cuándo, cómo, por qué? ¿Quién es responsable de este desastre?
Dónde quedan las pausas. Los silencios. El deseo de hacer bien las cosas, cuidando cada palabra.
Es el momento de prestar atención a los detalles; de elegir la riqueza lingüística, como homenaje a nuentra tierra.
Recuperemos la calidad, el tiempo y el progreso paulatino, invisibles a los ojos de quien no sabe.
Aprendamos y mejoremos, desde un profundo respeto hacia el pasado. Y si el futuro nos depara cambios, entonces construyamos una base firme: elijamos la esperanza como motor, la promesa del paraíso como punto de partida, y trabajemos en la consecución de una obra jamás escrita.
Descubre cómo la inteligencia emocional puede ayudarte a tener una vida más enriquecedora con la guía: El poder de las emociones. Incluye 3 ejercicios como bonus de regalo. Aprovecha la oportunidad, porque es GRATIS 🙂