El lenguaje de las emociones es clave a la hora de construir relaciones sanas en nuestra vida. Por ello, necesitamos una serie de herramientas que nos permitan relacionarnos desde la empatía y el amor. Es decir, desde la asertividad.
Construyendo una realidad que nos empodere
A estas alturas del campeonato, como diría mi padre, sabemos que una buena comunicación es importante para sacar adelante cualquier proyecto y/o relación. Y por supuesto, para que podamos construir relaciones saludables, primero necesitamos cuidar de la relación más importante de todas: la que tenemos con nosotros mismos.
Para que te hagas una idea, te voy a presentar una simple fórmula matemática:
Pensamiento + emoción = acción
Acción² = hábito
Hábito² = realidad
En otras palabras: si los pensamientos son la semilla, la realidad es el fruto. ¿Pero qué sucede cuando no sabemos qué lenguaje utilizar para sustituir los pensamientos tóxicos por otros constructivos?
El doctor Marshall B. Rosenberg en su libro Comunicación no violenta (2015), nos da las herramientas para construir relaciones sanas por medio del lenguaje, basándose en pilares como la empatía, honestidad y paciencia.
Lo sorprende de este libro, es que en seguida te das cuenta de las carencias que tenemos en el lenguaje. Si nos paramos un segundo a observar, entenderíamos que es muy fácil hacer sentir bien a los demás, y que trabajar en el lenguaje es un hábito por el que merece la pena luchar.
Por eso, quiero compartir contigo algunas herramientas que me están ayudando a mejorar mis relaciones:
Claves para transformar el lenguaje
La comunicación es cosa de dos
Lo primero y más importante, es que para que haya comunicación, es necesario que ambas partes tengan predisposición a solucionar un conflicto, o bien crear un vínculo. Si una de las partes no está abierta al diálogo, es mejor apartarse por un tiempo.
Lo que digo vs lo que necesito
Detrás de lo que decimos, hay una necesidad encubierta. Si somos capaces de esclarecer los motivos que llevan a una persona a comportarse de una manera determinada, estamos dando con la raíz del problema.
Busca y acepta el feedback
Cuando alguien comparte contigo una experiencia, asegúrate de que entiendes lo que te está diciendo. Aprovecha el momento en el que espera tu feedback, para decir algo como: “Vale, a ver si lo he entendido… Has dicho esto y esto, lo que me hace pensar que esto es lo que te pasa, ¿lo he entendido bien?” De la misma forma, cuando estás contando algo a otra persona, no está de más asegúrate de que te está prestando atención preguntando de vez en cuando: “¿Sabes lo que quiero decir?” O: “No sé si me estoy explicando, ¿tú qué piensas?”.
La empatía
Cuando empatizas con otra persona, sientes que formáis parte del mismo universo. Para que esto sea posible, necesitas estar dispuesto a escuchar. Y escuchar de verdad. Hay un dicho que dice: “Si quieres manzanas planta un manzano” -bueno, me lo acabo de inventar- pero lo importante aquí es que entiendas que si quieres ver resultados, tú eres el primero que necesita dar el paso. Si quieres que los demás te escuchen, escucha primero. En otras palabras: sé la persona que quieres encontrar.
La comunicación con uno mismo
El Dr. Rosenberg nos cuenta en su libro que aplicar estas y otras herramientas a nuestro diálogo interno, puede liberarnos de la depresión, porque la base de la comunicación no violenta, es el amor. Cuando te esfuerzas por construir una relación sana contigo mismo, estas mandando un mensaje al Universo de que mereces amor en tu vida.
Por último, recuerda que la comunicación es un arte; una disciplina que lleva trabajo y esfuerzo dominar. Para ello, necesitamos tener un interés honesto por entender a la persona que tenemos delante. Sólo así ponemos en práctica la escucha activa: el puente que conecta a dos individuos y hace posible una comunicación pacífica.
Referencias:
Rosenberg, M. (2015). Nonviolent Communication: A Language of Life (3rd Ed.). PuddleDancer Press.