“Yo lo conocí en sus días de inocencia. No lo olvidaré”.

Agatha Christie

Hay lugares que marcan.

Lugares que intrigan, emocionan. Rincones que cuestionan los límites de nuestra frágil imaginación, que tanto confunde realidad con ficción.

Hay lugares que se disfrutan mejor con el tiempo: al degustarlos apreciamos esa mezcla de nostalgia, cariño y tristeza por algo que fue y ahora sólo es en la memoria.

Hay lugares que dejan huella. Líneas en el tiempo que conforman un mapa de estrellas en el firmamento. Puntos que iluminan el cielo oscuro; la nada. Un espacio que permite a las mentes incongruentes, rebatir las creencias más descabelladas.

Hay momentos que sólo duran un instante. Suficiente.

Son una ilusión; distorsiones de un pasado ahora sólo posible en el efímero presente.

Hay lugares que son silencio. Un silencio que se funde en el recuerdo, de un lugar que ya no existe como fue.

Hay lugares que desgarran. Como aquel instante que pulula en busca de una luz a la que aferrarse, aún cuando sólo puede traerle suspiros de desaliento. Cada ráfaga queda impresa en el cuerpo: intentos extraviados por conseguir de nuevo esa emoción, que sólo te dejan aquellos lugares. Lugares que marcan.

 

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Sara Juárez Batista
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