Qué dañina es la necesidad de control… Durante mucho tiempo creí que esa obsesión “sana” de la que nos hablan para conseguir un objetivo era algo natural, aunque mi cuerpo me decía lo contrario. La tensión, el estrés, el insomnio… ¿Acaso eso son síntomas naturales de estar haciendo lo correcto?
Para nada. Cuando te dejas llevar por el fluir natural de la vida, todo surge y encaja a la perfección. Pero no una perfección forzada, sino una perfección natural. Con esto no quiero decir que debamos dejar de luchar por un sueño; todo lo contrario. Cuando estamos en sintonía con el universo, con nuestro propósito, ni el cuerpo ni la mente ni el espíritu se resienten. Es como si tuvieramos más energía sin necesidad de tomar café o vitaminas. Nos levantamos descansados y somos más productivos, porque estamos en equilibrio. Y esto sucede porque no estamos actuando desde el ego y su necesidad de control.
¿Cómo identificar si estamos actuando desde el ego?
La prisa es el apellido del ego. “Rápido, rápido”, te susurra. “Corre o llegarás después que el resto”, “¡date prisa!”, exclama. Y en esa constante no hay quien descanse. Qué angustia vivir como prisioneros del ego. ¿No te pasa? Es agotador. En cambio, esa vocecita serena, que nos dice: “relax, todo a su debido tiempo”, “espérate, vamos objetivo a objetivo, ¿de acuerdo?”. Esa es nuestra guía interior. Nos genera paz escucharla. Porque no nos está presionando para que seamos alguien que no somos. No nos genera esa insatisfacción del ego, de que no somos quien deberíamos ser.
Hace poco menos de un año escribí la siguiente reflexión sobre la necesidad de soltar y liberar ese deseo de control, ¡espero que te inspire! Recuerda dejarme un comentario si alguna vez has sentido esa necesidad de controlarlo todo y cómo la gestionaste, me encantará leerte 🙂
Reflexión poética sobre la necesidad de soltar
Echo de menos mirar al cielo sin pensar. Respirar, retener el aire y soltar. Echo de menos escuchar música con el único propósito de disfrutar. Echo de menos vivir sin preocuparme por el mañana, o el ayer.
Voces del pasado se amontonan en mi cabeza. Me duele el cuerpo de creencias que me inhiben sin poder avanzar. Mi ego susurra que no sirve, que haga más. Un poco de esfuerzo. ¿Y qué es la libertad?
Echo de menos jugar, correr y saltar. Echo de menos gritar con todas mis fuerzas, dar vueltas hasta ver otra realidad. Soñar con los límites del infinito, creer en algo más. Y qué más da lo que diga la gente en mi cabeza sobre quién debo ser, cuándo, dónde y por qué.
Ojala y pudiera decir que empezar otra vez de cero es fácil… Pero no, es difícil seguir creciendo. Necesito una presa resistente que me proteja cuando el mar pierda el control y el miedo vuelva.
Reconocer lo que siento como un regalo. Eso me da paz, tranquilidad.
Echo de menos muchas cosas. Quizás se acerca el momento de dejar ir, desaprender y tantear, para poder estar mañana en otro lugar… Sí, sin duda estoy donde debo estar.
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