En el momento en el que dejo de cometer errores, me pregunto si mi mayor error es haber dejado de exponerme lo suficiente; haber dejado de cometer errores.

La rutina es una buena aliada. No me exige, ni me hace preguntas incómodas. Me acoge entre sus brazos y me da una sensación de seguridad, que paraliza mis piernas y me impide ver más allá.

El futuro me preocupa demasiado, el pasado me reconforta. El presente desaparece entre pantallas. Y mientras, la comodidad asume el control. Y yo le dejo. No me importa. Qué me va a importar. Porque siento esa falsa seguridad.

Observo a mi alrededor y me pregunto si, este momento, es el resultado de un último error que no supe perdonarme. Porque siempre estoy cerrando etapas. Quizá, algún día entienda que la vida es una sucesión de inicios, y no necesariamente, de finales.

Me encantaría aceptar que los demás han venido a acompañarnos, y no a quedarse. Que en este viaje, necesito encontrar un refugio en mí, para poder dejar ir.

Echo de menos cometer errores. Exponerme, sentir, tocar fondo y volver a levantarme. Echo de menos estar aquí. Ahora.

Porque: “¿Qué es la vida?”, preguntaba Calderón. Si es un sueño, una ilusión, entonces quiero soñar en grande. Quiero ilusionarme. Quiero creer en una ficción en la que yo tenga poder de decisión.

Y elijo este momento para empezar de nuevo. Acogiendo la siguiente etapa como el inicio de algo mejor, para lo que mi pasado me ha preparado con éxito. Y si me equivoco, ¿qué pasa? No he venido a demostrar nada, sólo a seguir aprendiendo de la manera más simple y llana: cometiendo errores.

Sara Juárez Batista
Privacy Overview

This website uses cookies so that we can provide you with the best user experience possible. Cookie information is stored in your browser and performs functions such as recognising you when you return to our website and helping our team to understand which sections of the website you find most interesting and useful.